¿Qué es el patriarcado?

 

¿Qué es el patriarcado?

 

Brais Paisal Lombardero

 

 

El término de patriarcado resulta, probablemente, la palabra con la que más personas (socializadas bajo el realismo feminista) se encuentran familiarizadas. En múltiples ocasiones se ha escuchado y visto emplear este concepto: en manifestaciones, conferencias, charlas, debates, talleres y cursos feministas, así como también en ambientes institucionales y parlamentarios o en conversaciones informales. Por ello, dada su popularidad, se presenta conveniente clarificar su definición y exponer al lector en qué consiste dicho concepto.

El patriarcado, desde la óptica feminista, semeja ser el origen de todos los males, el arché de las desigualdades entre hombres y mujeres y el sistema de roles de género con el que hay que acabar para poder liberarse de las cadenas antropológicas de la opresión. Sin embargo, pese a ser el término más sonado y empleado por las feministas, cuando se trata de definir qué es, nos encontramos con una gran cantidad de definiciones distintas, a la par de diversas explicaciones acerca de su origen, su causa de existencia, su proceso de construcción y sus posibles formas de superación. Es decir, al igual que con el feminismo, no existe una unicidad del término patriarcado, así como tampoco un consenso académico acerca de su significado y origen.

Pese a lo afirmado, y atendiendo a las múltiples definiciones dadas por diferentes autoras, el patriarcado se puede entender de tres maneras distintas: como 1) “el gobierno de los padres”, siendo el significado literal de la palabra y la definición originaria en antropología desde el siglo XIX hasta finales de los años setenta del siglo XX; como 2) el sistema en el que el poder está ocupado mayoritariamente por hombres; y como 3) el sistema de roles de género que oprime a la mujer y privilegia al varón (cfr. Jiménez, 2019)[1]. Aunque estas definiciones semejan parecidas, la toma en consideración de una de ellas en detrimento de las demás supone (y presupone) la existencia de una serie de implicaciones teóricas, sociales, políticas y ontológicas concretas y distintas. Es decir, en función de cómo se entienda o defina el patriarcado, se podría dudar acerca de su existencia actual, por lo que también resultaría señalado el movimiento feminista en su conjunto y se podría someter a crítica ontológica todo tipo de acción política, social e institucional propiamente feminista (es decir, sobre la necesidad de su existencia o sobre el sentido de la misma), pues el feminismo, en tanto que movimiento social que en su momento práctico pretende acabar con el patriarcado, no tendría razón de ser si este no existe. De esta manera, si se entiende el patriarcado en su primera acepción recientemente expuesta, como “el gobierno de los padres”, se puede llegar a la conclusión de que la infraestructura económica actual modificó este tipo de relaciones de autoridad basadas en el sexo. Así, autores ilustres como Marx y Engels afirmaban en el Manifiesto Comunista que el capitalismo había acabado con las relaciones patriarcales, pues bajo el modo de producción capitalista, en la medida en que la mujer se vio en la obliga de abandonar el hogar, las mujeres pasaron a realizar una serie de papeles sociales impropios de la sociabilidad patriarcal campesina, por lo que este ya no existiría como modelo de organización social[2].  Por otra parte, si el patriarcado es entendido en su segunda acepción, como el sistema en el que el poder está ocupado mayoritariamente por hombres, bien podría existir indefinidamente hasta que la mitad de los puestos de poder sean ocupados por mujeres (algo que según autores como Steven Goldberg resulta imposible) y, por último, si se entiende el patriarcado en su tercera acepción, como el sistema de roles de género que oprime a la mujer y privilegia al varón, habrá tantos autores que defiendan su existencia actual como autores que proclaman su extinción.

 

En relación con lo mencionado hasta este preciso instante, el patriarcado, así como presenta diferentes significados y múltiples definiciones, es comprendido desde diferentes escuelas de forma distinta (hecho que evidencia la falta de consenso académico respecto al asunto y la complejidad expositiva del concepto de forma amena y concisa). De esta manera, la comprensión de lo que es el patriarcado se podría dividir en dos perspectivas teóricas atendiendo a si se comprende este como un producto cultural de posible agotamiento o como el resultado social de una predisposición biológica difícil o imposible de superar[3]:

  • Perspectiva constructivista del patriarcado: Dentro de la presente perspectiva se encuentran aquellos autores o explicaciones tanto feministas como no que entienden el patriarcado como un producto histórico y cultural de posible superación, es decir, como el resultado de una construcción social independiente de la realidad biológica de los sexos en tanto que estos no presentarían una esencia que actuaría en pro de la inevitabilidad de su surgimiento (no habría nada en la naturaleza humana que asigne un carácter y unas determinaciones culturales previas a la socialización). Adscritas a esta interpretación del patriarcado, por ejemplo, se encontraría el feminismo radical y autoras como Kate Millet[4] y Shulamith Firestone, quienes entendían este como una etapa en el desarrollo de la humanidad que se resolverá en el triunfo de esta sobre las limitaciones que la naturaleza impone. Es decir, el patriarcado sería, desde esta perspectiva, la institución en virtud de la cual las mujeres se encuentran bajo el control de los hombres originada por la necesidad del enfrentamiento del humano contra la naturaleza hostil; la herramienta elaborada históricamente para superar las dificultades del medio. En otras palabras: el patriarcado supondría una construcción sexual, económica e ideológica sostenida sobre una base materialista-biológica, básica de la sociedad humana (el sexo y todas sus implicaciones antropológicas), surgidas de la división sexual del trabajo necesaria para la adaptación al medio que comporta un reparto desigual del poder en el que las hembras y las crías de la especie se ven sometidas al dominio del macho (sería, en definitiva, un entramado artificial que parte de unas condiciones biológicas que, aunque hubiera podido tener una funcionalidad histórica, ha dejado de tenerla). Por ello, según Firestone, para destronar al patriarcado resulta necesario la desaparición de los géneros (entendidos como producciones culturales elaboradas sobre la diferencia biológica sexual), la extinción de la maternidad artificial y la destrucción de la familia, pues sería la única manera posible de liberar a las mujeres y a los niños de las estructuras reproductivas patriarcales (cfr. Fernández Domingo, 2013). De la misma forma, autoras como Gerda Lerner afirman que el patriarcado resultaría un producto histórico de las sociedades políticas avanzadas más complejas surgidas a partir de la revolución neolítica (en el paleolítico no existiría, según la propia Lerner, el constructo social del patriarcado) (cfr. Melchor, 2022). Por último, adscritas a esta perspectiva encontraríamos otras explicaciones del patriarcado de índole constructivista que, al contrario de las expuestas hasta ahora, no consideran que este parta de diferencias sexuales (como las dadas por el feminismo queer o el feminismo hegemónico).

  • Perspectiva biológica del patriarcado: Dentro de la presente perspectiva se encuentran aquellos autores o explicaciones tanto feministas como no que entienden el patriarcado como un producto etológico o como una adaptación social a ciertas predisposiciones biológicas y psicoevolutivas de difícil o imposible superación, es decir, como una institución social emanada de la realidad sexual humana debido a que tanto los hombres como las mujeres presentarían una esencia que actuaría en pro de la inevitabilidad de su surgimiento (entienden que en la naturaleza humana existiría un carácter y unas predisposiciones conductuales previas a la socialización e, incluso, que la socialización es deudora del aspecto biológico de nuestra especie). Algún ejemplo teórico resulta lo afirmado por ciertos autores psicoevolucionistas, quienes entienden el patriarcado como resultado de las preferencias sexuales femeninas dentro de la selección sexual humana, ya que, al preferir las mujeres a hombres con recursos y con capacidad de protección de su descendencia, provocaría una competencia entre machos por el estatus y por el acceso a recursos que ocasionaría una estructura de hombres poderosos que adquirieron mayor poder sobre la sociedad. De igual manera, el psicólogo evolucionista David Buss entiende que las fuerzas que originalmente provocaron la desigualdad de recursos entre los sexos, es decir, las preferencias sexuales femeninas y las estrategias competitivas masculinas, son las mismas que contribuyen a mantener la desigualdad hoy en día (cfr. Buss, 2021)[5], por lo que antropólogas como Belinda Brown sugieren que para acabar con el dominio del varón las mujeres deberían empezar por elegir como pareja a hombres que no tengan ni estatus ni recursos, pues de esta manera se reduciría su competencia intrasexual (cfr. Kreimer, 2020). Por otra parte, junto a los psicólogos evolucionistas, encontramos al sociólogo estadounidense Steven Goldberg, quien en su obra La inevitabilidad del patriarcado expone que este, al ser universal[6], debía ser explicado a través de la biología. Para Goldberg, el patriarcado es toda organización política, económica, religiosa o social que relaciona la idea de autoridad y de liderazgo principalmente con el varón y en la que el varón desempeña la gran mayoría de puestos de autoridad y dirección, y cuyo origen se encuentra en el sistema hormonal masculino (cfr. Goldberg, 1976). Tal origen se debe a la testosterona producida por los testículos del feto masculino en el vientre materno, hormona que engendra una mayor agresión y competitividad que da como resultado una superioridad por parte del varón para conseguir roles y posiciones a los que se concede categoría, de forma que es inevitable que las posiciones y los roles de mando y de prestigio sean alcanzados por los hombres (y que a los niños se les mentalice de acuerdo con ello) (cfr. Goldberg, 1976). Por ello, al sostener el sociólogo estadounidense que lo hormonal hace inevitable lo social, el patriarcado, tal y como lo define, sería consecuentemente inevitable y universal (y, por ende, no resultaría una construcción social de posible superación).

Llegados a este punto (y finalizada la exposición de la taxonomía propuesta), se ha podido observar que el concepto de patriarcado guarda tras de sí una gran complejidad definitoria dada la multiplicidad de definiciones y explicaciones acerca de su surgimiento y superación existentes. Y debido a ello, se pueden encontrar tanto autores que tratan a este como un concepto omniexplicativo, es decir, como la causa de toda desigualdad sexual actual, como a autores que afirman que en Occidente ya no existe, siendo este el caso de Daniel Jiménez, Helen Plucksrose o Roxana Kreimer, quien sostiene que “si en Occidente las mujeres no cobran distinto por el mismo trabajo, si no son discriminadas en virtud de su sexo para acceder a un trabajo ni para mantenerlo, si alcanzaron la igualdad jurídica en relación al varón, si pueden acceder a los cargos jerárquicos de las profesiones que eligen, si hombres y mujeres padecen la violencia (y los hombres la padecen en mayor medida si sumamos los ámbitos doméstico y público), no podemos sostener que la mujer esté oprimida por el varón, es decir, no es posible sostener respaldados en la evidencia que vivimos en un patriarcado” (cfr. Kreimer, 2020).

 

·        Bibliografía.

 

Buss, D. (2021) La evolución del deseo. Madrid. Alianza Editorial.

 

Fernández Domingo, C. (2013) Sobre el concepto de patriarcado. Universidad de Zaragoza, Máster en relaciones de género.

 

Goldberg, S. (1976) La inevitabilidad del patriarcado. Madrid. Alianza Editorial.

 

Jiménez, D. (2019) Deshumanizando al varón. Pasado, presente y futuro del sexo masculino. Nueva Jersey. Editorial Bowker.

 

Kreimer, R. (2020) El patriarcado no existe más. Buenos Aires. Galerna.

 

Marx, K; Engels, F. (2019) Manifiesto Comunista (Octava reimpresión). Madrid. Alianza Editorial.

 

Melchor, A. (2022) “Patriarcado y género: mitos fundacionales del feminismo”. La razón comunista. Recuperado de: 13.1- Patriarcado y género: mitos fundacionales del feminismo (larazoncomunista.com)



[1] Si bien es cierto que el concepto de patriarcado presenta un gran número de definiciones, estas pueden ser agrupadas en tres significados distintos, evitando tener que exponer y escribir un número incontable de definiciones y facilitando, de esta manera, su lectura y comprensión.

[2] Tal y como afirmaban los padres del socialismo científico en su obra conjunta más leída, “allí donde ha llegado al poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas” (cfr. Marx; Engels, 2019). Además de ello, el propio Engels en El origen del Estado, la propiedad privada y la familia especificaba que las relaciones patriarcales se presentaban, en el capitalismo, circunscritas únicamente en la burguesía, ya que la mujer burguesa continuaría con la socialización patriarcal al no necesitar trabajar.

[3] La presente taxonomía resulta una clasificación personal no respaldada a nivel académico, por lo que no funciona como un saber exacto y estricto, sino como una propuesta dicotómica sobre las diversas explicaciones acerca de lo qué es el patriarcado tras la lectura y análisis de diferentes teorías al respecto.

[4] Kate Millet fue la creadora o introductora del concepto de patriarcado en el pensamiento feminista (cfr. Fernández Domingo, 2013).

[5] Citando de forma literal un breve fragmento de la obra La evolución del deseo del propio Buss, “una sorprendente consecuencia de las estrategias sexuales, por ejemplo, es que el control dominante de los recursos por parte del hombre se debe en parte a las preferencias femeninas a la hora de elegir pareja, preferencias que, tras operar de forma repetida a lo largo de miles de generaciones, han llevado a las mujeres a inclinarse por hombres que posean prestigio y recursos y rechazar a los que carezcan de tales ventajas” (cfr. Buss, 2021)

[6] Goldberg entiende que el patriarcado es universal dado que, según este, no existe ni ha existido ninguna sociedad matriarcal, es decir, ninguna sociedad donde se relacione la idea de autoridad y de liderazgo principalmente con la mujer y en la que la mujer desempeña la gran mayoría de puestos de autoridad y dirección (ni siquiera en la sociedad iroquesa, refutando a Lewis Morgan).

Comentarios

Entradas populares de este blog

La vaca y el cerdo: ¿buenos o malos para comer? Sobre el amor a la vaca en India y la porcofobia en Oriente Medio

Fobofilia: la nueva pandemia que afecta a la sociedad actual.